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Mostrando entradas de septiembre, 2008

Autoexigencia

Es evidente que de la cantidad surge la calidad . Pero para ello, tenemos que asegurar la productividad . Cuando nadie nos exige, resulta más difícil actuar. . Por eso, deberíamos autoimponernos un determinado número de ideas o de acciones cuando tengamos un problema. Ello nos ayudaría a no perder el ritmo. . La calidad llegará después.

Invertir en pérdidas

Así llaman los orientales a los errores . En muchas artes marciales orientales se alaba la pérdida en el combate porque, dicen ellos, conduce al aprendizaje . . Aquí funcionamos de una manera muy diferente. Existe una tremenda cultura del fracaso . En todos los ámbitos. En este contexto, la creatividad tiene una menor cabida . . Deberíamos arriesgarnos más. Independientemente del resultado.

La mirada del niño

Inocente. Sin prejuicios. Sin experiencia. Sin miradas preconcebidas. Sin corsés. Pensar en personas que sepan poco o nada de nuestro campo de actividad para resolver un problema no es una locura. Necesariamente tendrán que poner en juego esa mirada que se precisa para ser creativo. La mirada inocente del niño . Simplemente, tenemos que pedir a esas personas que describan lo que ven , permitirles que hagan preguntas, que expresen lo que no entiendan y, por supuesto, escuchar sus sugerencias si las hacen. Como mínimo, obtendremos una serie de miradas frescas , nuevas, diferentes que nos forzará a contemplar nuestro problema con otros ojos . Con unos ojos inocentes. Como la mirada de un niño.

La posibilidad

Hasta hace muy poco tiempo, la úlcera péptica (la denominada úlcera de estómago o de duodeno) constituía un grave problema de salud que afectaba a muchas personas. A los pacientes solían recetarles antiácidos durante larguísimos años y a numerosos pacientes les practicaban traumáticas operaciones para extraerles parte del estómago o incluso su totalidad. , Un joven médico australiano sugirió que quizá la úlcera péptica podría deberse a una infección . El colectivo médico y los investigadores clínicos no sólo no se tomaron esa posibilidad en serio, sino que se mofaron de él . Para ellos, resultaba evidente que el ácido hidroclorídico del estómago mataría sin duda ninguna a cualquier bacteria. . Muchos años más tarde, Barry Marshall , Premio Nobel de Medicina en 2005 (así se llamaba el joven médico), demostró que su idea era cierta. Dispuesto a confirmar que la causa de las úlceras estomacales eran una bacteria, Marshall incluso se inoculó a sí mismo la bacteria 'Helicob